La teneduría de libros se remonta a
más de 3000 años a.C.
En Egipto, los escribas (que eran
discípulos de los sacerdotes) se encargaban de llevar las cuentas de los
faraones, anotaban sus tierras y bienes conquistados. Los hebreos,
desarrollaron un buen sistema de cuentas. Los escribas se encargaban de tareas
administrativas, de los censos y de la contabilidad pública. Los fenicios, por
otra parte, desde 1100 años a.C. perfeccionaron los sistemas contables implementados
por los egipcios y se encargaron de difundirlos en sus colonias.
En conclusión, la contabilidad nace
con el comercio mismo. Pero en cuanto a registros escritos y de la forma que
actualmente se utiliza, hay un antecedente de 1340 en que se consigna la
existencia de registros de los “massari”, que eran los que cumplían funciones
de tesoreros en Génova.
En 1458, en Nápoles, Benedicto
Cotrugli escribió que todo comerciante debe llevar tres libros: el diario,
el mayor y el borrador. Y también, indicando las secuencias de las
registraciones, utilizando la partida doble y mencionando la palabra balance.
En 1494, será Luca Pacioli
quien explique la partida doble y trate todo lo relacionado con los registros
contables de los comerciantes, el funcionamiento de los libros y la formulación
de un balance a través de un mayor.
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